Líderes y Servicio vs. Discípulos: El Eje de Life Project

Un mensaje de Charles H. Torres, Fundador de LifeProject.org

Hace un par de meses, mientras estaba en una reunión en Londres con líderes de influencia global, se habló acerca de los desafíos en las congregaciones. Creo que, en la mayoría de las reuniones hoy en día, se habla más de desafíos, problemas, estrés, dificultades y peleas entre los miembros, y la pregunta siempre es: ¿cómo vamos a resolver esto?

Se supone que cuando Jesús nos llamó, nos extendió una invitación con una garantía, la cual se encuentra en Mateo 11:25-30. Allí se narra la sabiduría que Dios ha depositado en su Iglesia, y termina diciendo: “Porque mi yugo es fácil y ligera mi carga”.

Sin embargo, para la gran mayoría de los pastores, su realidad es como ser arrojado a un mar de responsabilidades con un peso de 1000 kilos en los pies que ni siquiera les permite flotar. Se ha convertido en una lucha constante, como jadear en busca de aire mientras te ahogas.

Hace poco me volví a reunir con los líderes que organizaron aquella reunión en Londres, y me preguntaron: “¿has encontrado la solución para esto?”.

Mi respuesta fue:

Los desafíos, problemas, estrés, dificultades y peleas de los miembros y los pastores… todo se reduce a lo mismo:

La mayoría de los pastores estamos tratando con gente que no ha nacido de nuevo.

Porque nacer de nuevo implica poder ver a Cristo. Y cuando uno ve a Cristo, Su sabiduría opaca la sabiduría humana y la inteligencia que dan la universidad y la escuela local.

Entonces, todo apunta a la Cruz. Si una persona no está viendo a través del lente del nuevo nacimiento, entonces estará viendo con el lente humano.

A esto se suman varios factores comunes:

  • Expectativas y responsabilidades de la iglesia: Las exigencias de las tareas pastorales, como el cuidado de los feligreses, la gestión de la iglesia y la resolución de conflictos, pueden resultar abrumadoras.
  • Presiones personales y financieras: El estrés financiero, las responsabilidades familiares y las luchas espirituales personales pueden agravar la carga.
  • Política eclesiástica y sociedad: Lidiar con problemas culturales, sociales o políticos dentro de una congregación es un gran desafío.
  • Incomprensión del rol pastoral: A veces, los pastores sienten la presión de cumplir con las expectativas de todos o de ser perfectos, lo cual contradice el mensaje de Jesús, centrado en la gracia.
  • Falta de apoyo: El aislamiento o la falta de apoyo de los miembros de la iglesia u otros líderes puede intensificar estos sentimientos.


Y, por si fuera poco, la falta de crecimiento espiritual y madurez en quienes forman parte de la congregación. Cuando los pastores no ven este crecimiento, se generan sentimientos de frustración, carga y desánimo. Esto se manifiesta en:

  • Falta de compromiso: Feligreses que asisten a los servicios, pero no participan activamente en estudios bíblicos, oración o proyectos de servicio.
  • Fe superficial: Miembros con una comprensión superficial de su fe, lo que lleva al estancamiento en lugar del crecimiento.
  • Poca devoción personal: Cuando no se priorizan las disciplinas espirituales, se obstaculiza el crecimiento general.
  • Resistencia al cambio: Congregantes que se resisten a crecer por miedo, tradición o comodidad.
  • Expectativas incoherentes: Los pastores desean ver a su congregación profundizar su fe, pero si los miembros no son receptivos, se crea una sensación de inutilidad.


Parte de la razón por la que tenemos este resultado —donde los estudios dicen que solo un 2-3% de los que se congregan tienen un interés bíblico genuino— es porque no han sido formados. Tan sencillo como eso.

El resultado que tenemos es porque hay personas que:

  • Han crecido en la congregación.
  • Tienen padres cristianos.
  • Son hijos de pastores.
  • “Sirven”, pero en realidad son más voluntarios que discípulos.
  • Participan en las actividades.
  • Ofrendan, contribuyen y diezman.
  • Son “amigos” de otros miembros.
  • Se portan bien y tienen un “buen testimonio” aparentemente.


Y todo esto puede confundir a cualquiera, llevándolo a pensar que esto es lo que significa ser un nacido de nuevo.

Como resultado, en la mayoría de los casos, como pastores y líderes, no hemos administrado correctamente el crecimiento y la asignación que se nos ha confiado, porque nuestra energía se ha ido principalmente a todo lo que explicamos al principio. A esto súmale la renta, las cuentas, los proyectos y todo lo demás que tienes en mente.

Hay tres elementos que son fundamentales para la administración, y confío en Dios que al explicarlos logremos tener mayor claridad.

Lo primero es entender qué es un elemento: en química, un elemento es una sustancia pura que no puede ser descompuesta. Si nosotros alteramos o descuidamos estos elementos, nuestra carga crecerá, alguien se sentirá frustrado y llegaremos a los 85 años con un posible lamento.

El primer elemento es el Liderazgo: ¿Sabías que la mayoría de las congregaciones se enfocan principalmente en formar líderes? Parte de la razón es porque enseñar sobre liderazgo “promete” el crecimiento y la salud de la organización. El liderazgo es un elemento importante, no me malinterpretes, pero es un elemento que está en el orden incorrecto. Muchos piensan que es lo más importante para sostener el crecimiento numérico, preguntándose: ¿quién va a llamar a los miembros?, ¿quién los va a dirigir?, ¿quién los va a involucrar? Un error muy común es pensar que el liderazgo tiene que ver con autoridad y control, en lugar de una influencia de servicio arraigada en la humildad y la madurez espiritual. Se dice que “todo sube o cae por el liderazgo”, pero falta añadir algo: todo sube o cae por el líder entendido en Cristo.

El segundo elemento es el Servicio: Existe un gran énfasis en movilizar a las personas para que sirvan, ya sea en ministerios o en actividades de alcance comunitario, lo que a veces lleva al congregante a pensar que a estas actividades fuimos llamados. Esta tendencia se enfoca aquí porque mantiene a las personas ocupadas; incluso los llamamos “miembros activos”. Esto responde a necesidades inmediatas de voluntarios y a estrategias de crecimiento centradas en la actividad por encima de la profundidad espiritual. La consecuencia es que las personas pueden servir desde su sabiduría humana, pero sin una base sólida, lo que lleva a una fe superficial y a un eventual agotamiento.

El tercer elemento es el Discipulado: Solo un pequeño porcentaje de congregaciones se centra activamente en el discipulado. Estudios indican que menos del 5% de las iglesias se consideran “iglesias que hacen discípulos”. Esto significa que la gran mayoría no cultiva eficazmente una cultura de discipulado, priorizando la formación de creyentes como parte fundamental de su misión. A menudo, traducimos la predicación del domingo como un sustituto del discipulado, y por esa razón no se le da el énfasis necesario.

Entonces, nacer de nuevo es lo primero, pero la continuidad es la formación activa del creyente. Esto es lo que Jesús decía en Mateo 11: “Padre… has ocultado estas cosas [estas verdades espirituales] a los sabios e inteligentes y las has revelado a los niños [a los nuevos creyentes, a aquellos que buscan la voluntad y el propósito de Dios].”

Las riquezas de su Gracia, Sus promesas, la vida en el Espíritu, Él como nuestra Vida, la realidad de Él en mí… Entender que estamos en Cristo, juntamente crucificados. Entender que ya no vivo yo. Entender que estamos escondidos con Cristo en Dios.

Todo esto debe ser intencional si queremos administrar el crecimiento de la congregación y la asignación que se nos ha confiado.

En conclusión: Un orden incorrecto de los elementos en una congregación es perjudicial y obstaculiza el propósito de nuestra asignación.

Regresemos al Orden. Regresemos al Entendimiento. Regresemos al Diseño Original de Dios.

Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.